
«Se nos va un cachito de pan».
Con esas palabras resumió una vecina de Monte Porreiro lo que supone para este barrio de Pontevedra el fallecimiento de Alfonso Rodríguez Torres. Se trata de un vecino de 60 años de edad que falleció de forma inesperada, a causa de un infarto que le sobrevino cuando estaba en plena jornada laboral el pasado miércoles.
Era una persona muy conocida y querida en su barrio. Se le consideraba todo un padre coraje, ya que junto a su mujer, Carmen Sobral, sacaron adelante a cuatro hijos. Desafortunadamente, tuvieron que vivir el fallecimiento de uno de ellos.
Trabajador de una empresa de hormigones, en la que conducía un camión, siempre estuvo comprometido con las inquietudes del barrio en el que vivía desde hace décadas. Formó parte de una plataforma que denunciaba distintas cuestiones relativas a la falta de compromiso municipal con Monte Porreiro y que se oponía a la colocación de los composteros tal y como se había planteado.
Él y su mujer cuidaban de sus hijos, sus nietos y su madre.
En la actualidad, se encargaban también de dos nietos y asimismo cuidaban de la madre de Alfonso. Desde el año 2019, Alfonso formaba también parte de la comisión de fiestas del Buen Pastor. De hecho, la noche anterior a su fallecimiento se reunió con sus compañeros para iniciar el petitorio de dinero por el barrio para las celebraciones que tendrán lugar, si las circunstancias no lo impiden, en el mes de mayo.
De acuerdo con sus compañeros de la comisión, siempre que alguien estaba bajo de ánimos Alfonso se encargaba de alegrarle. Además, cuentan que nunca le fallaban las fuerzas y que «cada vez que caíamos con algún proyecto él nos animaba a seguir adelante». En la ciudad de Pontevedra muchos conocían también a Alfonso porque tanto él como otros familiares formaban parte de la cofradía de Semana Santa ligada a la iglesia de Campolongo.
Su muerte, tan inesperada como prematura, se produjo este miércoles cuando se encontraba en su puesto de trabajo. Era habitual que comiese en el lugar en el que operaba. En esta ocasión, tras la comida sufrió una indisposición que resultó decisiva.
Fue velado en el tanatorio de Albia, desde donde la comitiva fúnebre partió el pasado viernes a las tres y media de la tarde. A continuación, se celebró el funeral en la iglesia del Buen Pastor de Monte Porreiro y finalmente fue incinerado en la intimidad familiar.
